domingo, 20 de febrero de 2011

Un viaje inolvidable

Hace casi dos años, en 2009 pasé un mes en St Lawrence, un pueblito en la Isla de Wight, en Inglaterra. La está en el sur de Gran Bretaña, cerca de Portsmouth; es pequeña, pero tranquila, con un paisaje hermoso. Trabajé en un hotel, llamado St Rhadagunds como voluntaria, con jóvenes de diferentes paises: Korea del Sur, Brasil, Alemania y Austria. Éramos camareros, limpiábamos, lavábamos los platos, preparabamos la comida, etc. y en nuestro tiempo libre viajábamos en la isla que tiene varios lugares interesantes.
Visitamos varias ciudades como por ejemplo Newport, que era el capital de la isla, Sandown que tenía una playa peque
ña o Ventnor, la ciudad al lado de nuestro pueblo, donde había un jardín botánico enorme. Me encantaba dar paseos allí y también en el camino hacia Ventnor: a la derecha estaba el mar y a la izquierda un prado con vacas. Fuimos a ver la Casa Osborne en Cowes, donde la Reina Victoria y Principe Alberto pasaron las vacaciones. Con los koreanos vimos los "Needles," un par de rocas blancas en el mar que parecían a agujas blancas (por eso se llaman Needles) - una excursión increíble!
El mar estaba muy cerca del hotel, se veía del comedor y de la terraza. Lamentablemente, era demasiado frío para ba
ñarse, además la costa estaba llena de rocas. La mayoría de las veces me satisfechaba solamente mirarlo, porque tenía un color distinto cada día: cuando llegué allí, era azul oscuro, al día siguiente gris, después verde. Pasaba horas sentando en un banco al lado del camino de la costa, mirándolo.
La gente era amable y me ayudaron mucho, especialmente en el principio cuando era nueva y cada cinco minutos preguntaba algo. A pesar de esto me pasaron cosas, como un día, al colectar el cosdio de la cama para lavar, cogí unas pijamas sin darme cuenta. Con los otros voluntarios nos convertimos en amigos muy pronto, especialmente con los cuatro koreanos, una chica alemana y una de Austria. Me encantaba las charlas en el comedor por la noche, o los días cuando vimos películas y también mi última noche cuando bajamos a la playa juntos, como una fiesta de despedida. Una noche hubo luna llena que era tan bonita encima del mar de color negro que salimos a la roca más cercana, donde había un banco con una botella de vino, a charlar y mirar la luna que era una de las cosas más bonitas que he visto en toda mi vida.
Como el hotel era un hotel cristiano, también conocí otro aspecto de la religión. Cada semana había un concierto en lo que los huéspedes podían hacer performancias: cantar, recitar algo o bailar. Nosotros también participamos en los conciertos: las chicas koreanas tocaban el piano bastante bien, así que performaron varias veces, mientras yo estaba en una escena directada por uno de los chicos brasile
ños. Era algo parecido a un baile y se trataba de la bondad y el poder de Jesucristo. Era impresionante, incluso para alguien que no era tan religioso, como yo.
Pasé 33 días en St Lawrence y ahora no hay día sin pensar en aquel tiempo, aquellos lugares y aquella gente. Espero que vuelva otra vez.

Si os interesa nuestra escena, aquí podéis verla:



Bogi

2 comentarios:

  1. Hola Bogi...¿es Bogi, verdad? (has olvidado firmar la entrada).
    ¡Qué gran experiencia! REalmente es muy diferente ir a un sitio como turista que ir a trabajar. Sin duda alguna pudiste mezclarte más con la gente y recorrer muchos sitios porque estuviste muchísimo tiempo.
    Las actuaciones también son muy interesantes, seguro que creaste grandes relaciones con tus compañeros de trabajo y seguís en contacto ¿no?

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  2. Sí, soy yo; perdón por no firmarlo. Lo he hecho. :) En realidad era una turista y una empleada en el mismo tiempo, creo. Y sí, estoy en contacto con mis compañeros; incluso, hace un poco más de un año, dos koreanos me visitaron aquí en Budapest. :)

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